Si decides que llegó la hora no hay pero que valga, ni opinión que cuente.
No sufres dolor, el propio consuelo basta para alivianar el alma.
A tu paso el vacío de la despedida, el amor ya no llena el espacio.
No te conmueves con las lágrimas, no hay corazón que las valga.
Para muchos, eres cruel, quizás, para otros generosa.
Nadie habla de ti hasta que le tocas.
Eres la realidad del presente latente, la que nadie espera,
pero todos te tienen miedo así no lo digan al mundo entero.
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