Sin poder sacarse el recuerdo de la cabeza, el momento excitante, húmedo y consumado que dejó en el rostro la sonrisa del placer y en el cuerpo el vacío de la soledad absoluta y perturbadora. El tiempo de aquel encuentro se había esfumado, no valía la pena seguir en la cama bajo la fría ausencia.
Aura retomó el control de la respiración, inhaló para recobrar la fuerza y exhaló para encontrar su propio consuelo. Antes de abandonar el lugar que hacía unas horas fuera el refugio del amor clandestino, nuevamente, la mente jugaba con ella repasándole las caricias del instante pleno, las imágenes de dos cuerpos sumergidos en el deseo y en la atracción de lo imposible, porque ambos decidieron caminos diferente con personas distintas.
Tomó el concho de vino que había quedado en una de las copas y lo bebió escuchando las risas de lo que fue una conversación interesante en medio de miradas insinuantes que había olvidado que existían, no supo hasta entonces lo sensual que eran sus botas, después de que le quitaron toda la ropa quedaron a la merced de esas botas que estimularon la imaginación y todo lo que vino después; intercambio de palabras silenciadas por saliva de besos queriendo expresarlo todo a través del deseo, el calor del placer de la única vez y el descubrimiento de la piel, de cada parte del cuerpo desinhibida y dispuesta a entregarse sin juicio.
Aura no fue capaz de irse hasta que llegó la madrugada tan seca, tan fría. Recorrió las calles de una ciudad que se detuvo solo para ella y por unas pocas horas para que pudiera sobrevivir al invierno que ahora le dejaba el amor que ya no estaba. A paso lento Aura regresaba a la realidad de su vida de apariencias, de lujos que jamás comprarán si quiera la mitad de la felicidad que le quedó tatuada en la piel, en los huesos, en el deseo. La misma que le arrebató el aliento para dejarla morir por un instante en el cielo, en los brazos del gran amor. Así terminó para ella el mes de febrero, exhausta y abandonada, pero también feliz y hundida en los recuerdos que rodearon lo que pasó después de quitarse la ropa, las botas.