Si decides que llegó la hora no hay pero que valga, ni excepción que cuente.
Al parecer no hay dolor, eres el mismo consuelo que alivia el alma.
Estás con una sola compañía: el frío de la despedida.
No te conmueven por las lágrimas, porque ya no tienes en los ojos.
Para muchos, eres cruel y para otros generosa.
Nadie habla de ti hasta que le tocas.
Eres la realidad latente en el presente que te atiende.
Vacío que solo el tiempo apacigua a la espera de volver a verte.
Caminas sin permiso y con el afán que nunca se cansa.
El dinero no tiene valor y no sirve de nada cuando pasas.
El momento de amar se vuelve ahora.
Cada amanecer se vuelve gracia y cada noche una esperanza.
Cambia la existencia cuando pasas y es otro al que abrazas.
Vuelve el calor al cuerpo, ésta vez no tocó.
La incertidumbre se queda y te conviertes en quimera.
Dejas vacío en la cama, en el silencio, en la rutina alterada.
El sueño deja de ser el descanso hasta que la costumbre regresa.
Todo parece tener sentido cuando apareces,
la pérdida duele, la vida continúa, nos guste o no.
La muerte volverá a hacer temblar la tierra.
Para que la odien, la acepten o le teman, pero volverá
a reclamar lo que nació y que tiene que regresar a ella.