Todos tenemos un niño interior. Eso no es nada nuevo y sobre el tema se encuentra información por montones en internet. Sin embargo, debo decir, que conocí de su existencia un par de años atrás. Mis niños de Buga, como los llamo de cariño, lograron que reafirmara en la práctica lo que aún tenía en mi cabeza como teoría sobre mi niña interior. Cuando nos reunimos y compartimos cuentos y sonrisas, a un lado queda la adulta y sale la niña interior que entiende mejor el lenguaje de los otros niños, su manera de hablar y de comportarse. Alejo los prejuicios y disfruto de todo lo que cada momento con ellos me enseña.
A tan solo unos días de reencontrarme con mis niños de Buga, me preparo. La niña interior me ayuda con su creatividad, imaginamos cómo va a ser y nos reímos de la emoción. Los niños son los mejores maestros, compartir tiempo con ellos y tratar de sembrar amor por la escritura a través de historias es la razón por la que la Clase de los Sueños existe.
Dificultades hay en todas partes tanto como excusas para ser egoísta. Pero también hay gente generosa que contribuye a la sociedad, hay mil formas de hacerlo. El tiempo con mis niños de Buga hace la diferencia y siempre me deja lecciones y motivación para continuar con la escritura como la forma de vida que decidí y la manera de contribuir. Cada sonrisa a su lado es fuerza, inspiración.
No puedo estar más feliz por encontrar este grupo de niños que cuentan con doña Carmen, líder comunitaria del corregimiento el Porvenir y con una niña interior increíblemente creativa que ha conseguido lo que para muchos en las condiciones en las que viven es imposible; que los niños tengan espacios para compartir y recibir ayuda. Gracias a esta mujer y a la profe, Isabel, como le dicen, asisten a la Clase de los Sueños y a otras actividades que alegran sus vidas en medio de tanta escasez.
A estas mujeres y a mis niños, les debo la oportunidad de llevar historias y sembrar el amor por la escritura. Hay tanto por hacer que nos quedamos cortas, pero por lo menos lo intentamos en vez de quejarnos y seguir con los brazos cruzados. Siempre habrá una razón para dar a los demás.
Amo y agradezco volver a ver a mis niños de Buga y espero poder llegar a muchos otros niños si el Universo así lo tiene dispuesto.