El niño Hernán, que tenía treinta y siete años, se levantó molesto de la silla del comedor sin responder a los comentarios, malintencionados e hirientes como patadas de las niñas Marcela y Sandra, sus primas contemporáneas que desde que lo vieron llegar con su novio Rafael lo miraron como chulos a su presa. Mi patrona, doña Rosa, en su afán porque el almuerzo familiar no se echara a perder ofreció disque un brindis pa' que el niño Hernán viniera a sentarse otra vez, pero ¡que va!, pa' cuando lo hizo sus papás, don Mauricio y doña Diana, se pararon bravos del comedor. Menos mal que el fotógrafo llegó para calmar los ánimos.
Por primera vez, en tantos años, vi a mi patrona furiosa con sus hijas, con una mira al estilo del toro que sale pa' corrida. De un grito ordenó a todos que volvieran a sentarse y tampoco es que tuvieran más opciones. Los hijos de Jesús, el mayordomo y hombre de confianza de mi patrona estaban parados en la puerta con cara de perros guardianes de finca. La orden fue que nadie salía de la casa sin su permiso.
Yo si dije desde un principio que el dichoso almuerzo familiar terminaría mal, es que era de ahí. Don Mauricio y mi patrona no peleaban tanto, pero después de los escándalos de la niña Marcela y la niña Sandra, no es que se soporten de a mucho, si acaso se ven por ahí una vez al año. Pero al final, con razón porque es que se dieron garra las dos. Salieron en los periódicos y hasta en televisión en un programa de chismes. Y no es que los Romeros González se hicieron famosos por esos escándalos, no, sino por toda la plata que tienen.
Me acuerdo del escándalo de la niña Marcela, ¡¿uy eso fue terrible!, andaba con el pegote de novio que tenía, el mismo que la dejó plantada por allá en el don Marqués una finca fuera de Bogotá, con todo listo, el cura que cobró no se cuanta plata por ir, eso escuché y gente famosa y chismosa que nunca faltan a un matrimonio. La pobre niña salió en el periódico más importante de la capital y en unas revistas con la carátula su foto y vestido de matrimonio puesto y con los ojos chorreados de pestañina. Los periodistas dijeron que la familia le tapó le había tapado la cara antes de que se subiera al carro, pero igual la fotografiaron y luego que no había querido hablar con la prensa. La gente es como tonta, pues cómo iban a querer hablar después de semejante embarrada y toda esa plata que se gastaron, que pesar. Eso aquí la niña llegó aquí a la casa casi sin poder respirar. Mi patrona tuvo que darle unas pastas para que se durmiera.
Y qué tal el escándalo de la niña Sandra, ese si ni se diga que fue peor. A mi me dio mucha vergüenza ajena cuando la vi en la televisión en la sección de la última hora. Mostraron a la niña con uno de sus senos al aire. Ella, que por dárselas de rebelde casi mata...
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