Hoy, me refugio en el único espacio en donde puedo perderme, el lugar en el que el tiempo no lleva la cuenta, las palabras hacen palpables las emociones, la música suena mejor en el corazón y la inspiración oprime las letras del computador.
A este rincón acudo a sacar la nostalgia. No siempre estoy feliz, ni tengo una sonrisa; hay días en los que no quiero hablar y tampoco se me antoja razonar. Que sea otro el que interprete los momentos, palabras, gestos.
Esquivar la realidad pudo funcionar alguna vez, pero no hoy. En el fondo sé lo que me tiene así con lágrimas y calor en el cuerpo, pero ¿quién no tiene derecho a sentirse así? ¿Cuántas veces escoger ver la verdad y cuántas mejor no mirar? Si hay una carga así debería decir que es mejor soltarla, pero ¿quién soy para sugerir semejante cosa si mi espalda puede estar más pesada que cualquier otra?
Hoy trato de quedarme ausente, pero es imposible sigo aquí en lo profundo e irracional, en la emoción. Puedo describir de muchas maneras qué siento y aún así nadie entendería la tormenta de calma y prisa, soledad y regazo, amor y llanto que llevo por dentro.
En este rincón desinhibirse recobra sentido, las palabras tienen fuerza y voz, la carne y los huesos resisten, la inspiración no descansa, el aura emite inocencia, la lógica pierde acierto y el corazón recoge la siembra.