- ¿Y qué si es miedo?
- Lo escuchas.
- ¿Y qué si no habla?
- Lo sientes.
- ¿Y luego?
- Lo entiendes.
-¿Y después?
- Lo invitas.
- ¿Y qué hago con él?
- Aprendes.
El miedo puede ser un aliado, si se quiere. Ayuda a ver lo que cuesta aceptar y a estar alerta. Sentir miedo no es bueno ni malo. Aprender de él es entender el origen que lo causa. He sentido miedo muchas veces igual que tú: Miedo al cambio, a salir de la zona de comodidad, al fracaso, al qué dirán. Ahora mismo, a la enfermedad.
La vida nos pone a prueba, me pone a prueba y lo agradezco. El miedo trae muchos pensamientos y las emociones que producen son, a mi modo de ver, la mejor forma de autoconocimiento.
Bendigo mi presente.